jueves, 18 de diciembre de 2008

EL CASTIGO: ¿UNA DISUASIÓN EFECTIVA DE LA VIOLENCIA?


Existen pruebas que llevan a la conclusión de que el castigo puede resultar efectivo a la hora de disuadir a los individuos de desarrollar determinadas formas de conducta. Sin embargo, estos efectos no son ni automáticos ni seguros. A menos que el castigo sea aplicado de acuerdo a unos principios básicos, puede resultar totalmente ineficiente. ¿Qué condiciones se pueden cumplir para que el castigo sea efectivo? Primero, debe ser inmediato. Segundo, debe ser cierto ( la probabilidad de que el castigo siga a la agresión debe ser de un cien por cien). Tercero, debe ser estricto. Por último, debe ser visto como justificado; si, por el contrario, es percibido por los destinatarios como un hecho aleatorio o no relacionado con sus acciones pasadas, sus efectos disuasorios se ven enormemente reducidos.
Desafortunadamente, como podemos ver, estas condiciones a menudo no están presentes en los sistemas de justicia criminal de muchas naciones. En muchas sociedades, la aplicación de un castigo por acciones agresivas es demorada durante meses o incluso años, muchos criminales se salvan del arresto y de la condena, la magnitud del castigo varía dependiendo del tribunal o de la jurisdicción... El castigo es a menudo percibido como injustificado o injusto por los que lo reciben. Teniendo en cuenta todos estos factores, no es de extrañar que el castigo pueda parecer un medio ineficaz de disuasión de violencia.
Voy a entrar en un tema polémico. LA PENA CAPITAL. Dejando a un lado las consideraciones éticas que puedan surgir, nos preguntamos: ¿Es ésta una disuasora efectiva de los crímenes violentos? Pongo el debate sobre la mesa...

No hay comentarios: